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La Leyenda del Viejito del Encanto era el centro de conversación en la época de lluvias y neblina los abuelos se lucían al contarla rodeados de personas de la comunidad, ellos aseguraban que el Viejito del Encanto y su familia han existido desde siempre, que son seres pequeños y tienen el tamaño de un niño de cinco años, ellos se encargaban de cuidar las cosechas, siendo los guardianes de las aguas, atentos que los ríos en sus crecidas no afectaran las poblaciones, actuaban como un pequeño chaman con su bastón decía el abuelo Adeliz, que muchos de los conuqueros sentía su presencia fuerte y se veían molestos cuando cortaban la vegetación cerca de las cabecera o vertientes de las aguas o en las orillas de las quebradas, así que cuando sembraban sus chaguas cerca de quebrada del filo ellos lo veían, también aseguraban que son responsables de las lluvias y magia de la neblina de nuestro pueblo, son protectores de los musgos que abundan en la loma, protegen nuestros suelos de la erosión para que sean fértiles, permitiendo que nuestra comunidad y en tiempo de navidad se les aparecía a las mujeres que buscaban el musgo para hacer los hermosos pesebres.
Esta leyenda nucleaba y enriquecía el imaginario de nuestro pueblo, generando conversaciones entre las familias y vecinos de nuestras comunidades campesinas cuando había frío, mucha neblina y arreciaban las lluvias estimulando las crecientes de ríos y quebradas.
También nuestros abuelos afirmaban que se mudaba para otra zona la Tribu del Viejito del encanto, y cuando prestábamos atención, todos muy callados, se podía oír el mugido de las vacas, el cacarear de gallinas y bramar de chivos y las voces de esa gran casta de pequeños hombrecitos con sus mujeres y niños, guiados por el encanto, a través de las corrientes de agua que nacían por las copiosas lluvias… y podía escucharse cuando los niños preguntaban:
- ¿Padre para donde vamos? Y una vos fuerte respondía: - pa Pérez, pa Pérez…
Y eso queda por Carora comentaba el abuelo para cerrar el tema…
Cuenta mi madre Elvia que en 1.945 cuando ella tenía siete años… ella lo vio sentadito en una de las piedras en la quebrada del filo, cuando iba de la mano de su abuelita Trina Cañizalez, quien sembraba en una chagua cercaban con piedra… junto a su hermana, que también cultivaba la tierra… Y le dijo mamatrina ahí esta un señor sentado con un sombrero grande… Pero que de forma diligente y recia la abuelita Trina le dijo a mi madre, sin soltar su mano… No lo mire hija, no lo mire… Entonces comenzó a contarle, mija ellos son muy delicados, viven aquí desde hace mucho tiempo, son dueños de todas estas tierras y cuidan los animales que huyen heridos por los cazadores ellos deben tener su pueblo por esas cuevas, porque un señor de Carache apellido D’Villegas, era un gran cazador, en tiempos de semana santa tiro a un venado, dejándolo herido y siguiéndolo por el rastro de sangre que dejaba el no se percato por donde iba pasando y darse cuenta se encontró en un lugar con sembrarios de maíz, trigo y caña, en ese momento se le acerco un Señor bajito con un gran sombrero y le dijo ese animal es mío y no se preocupe que yo lo voy a curar, D’Villegas se asustó y le tuvo deseos de defecar, así que pidió permiso y corrió para las orillas de los sembrarios, cuando observo estaba rodeado de grandes montañas pero muy arriba se veía una luz pequeña como un lucero que brillaba muy claro, porque allí era nublado, así que rezando subió hasta acercarse a la luz, dándose cuenta que era una entrada o salida de ese mundo. Al salir era viernes santo, lo conto a su familia y murió.
Años después de verlo mi madre, El Viejito del Encanto se llevo a Manuelito Infante el hijo de la señora Aminta Infante, Cultora y poetisa encargada de organizar los cantos y versos de las Pastoras del Niño Jesús en la Peñita y toda la calle abajo…
Manuelito solo tenía cuatro añitos cuando su mama lo dejo sentadito en la sala de su humilde hogar, para que no le diera frio en el momento que ella preparaba el cafecito en su fogón de leña al lado del zanjón de la Peñita y cuando regreso apuradita porque había frio y mucha neblina, abrió la puerta y ya su pequeño no estaba, recurriendo a sus vecinos para buscarlo por el zanjón y todo el lugar, sin resultado alguno… La desesperación de ella conmovió a toda la población de Chejendé; recurriendo a la Iglesia y al sacerdote, haciéndole una promesa a la Virgen de la Candelaria y a los tres días se realizo el milagro, a Manuelito lo encontraron sentadito en el mismo lugar donde había desaparecido, notando inmediatamente, que su niño tenía una cicatriz en forma de rectángulo en su cien, marca que él no tenía al desaparecer.
También lo vio Viviana Justo, la querida sobandera y partera del pueblo y como ellas tantas personas que tenían que lavar o abastecerse de agua en la aguadita y en el pozo del Maporal ceca del Filo, porque en Chejendé no había acueducto…
Y la descripción que nuestros habitantes le han dado es que son seres pequeños, tienen barba, son complacientes, silenciosos y atractivos, con sombreros muy grandes, su vestuario es muy abrigado y se confunden con los colores de la naturaleza, como si el musgo y los líquenes naciera sobre su ropa, tienen los pies al revés, porque sus deditos salen de su talón, y delante lo tiene redondo, por eso al dejar las huellas de sus pies, es como si fueran en sentido contrario; se encuentran en los lugares sombríos y por las noches lluviosas se escuchan la música que ellos tocan acompañada con sus cantos… Estos seres mágicos aparecen y desaparece, en la quebrada del filo, en el zanjón de la peñita y en la quebrada de la Aguadita, de nuestra localidad… Pero, se lo ven en cualquier zanjón o surco profundo donde corran aguas de nuestras montañas andinas... cuidando las nacientes o manantiales; protegiendo nuestra fauna y flora, son los guardianes de nuestro privilegiado clima y nuestra bella naturaleza. Esta Tribu de Pequeños llamados Encantos prefiere no ser vistos, movilizándose a través de cuevas que se comunican con Carache, Bolivia y otros municipios aledaños.
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De igual manera, la gente tiene mucho cuidado con los niños, para que no sean encantados o maravillados por estos hermosos seres que los atraen hacia sí…
Debido a la curiosidad de Cualquier Adolescente y con ánimos de verificar si existía la cueva del Viejito del Encanto… nos reunimos un grupo de adolescentes, Oscar, Vázquez, mi hermana Marina, mi primo Douglas, y otros, todos con entusiasmo de explorar y conocer la cueva del Viejito del Encanto…ubicada en el filo, pero, tiene su entrada por Sabana Larga…
Al llegar vimos la entrada que es una laja sobre otra laja simulando forma de un triangulo y debíamos entrar de rodillas, ya que realmente era muy Pequeña… nos animamos a avanzar y nos sorprendió una sala amplia y redondeada llena de murciélagos y excremento por todo el piso... Ubicando con las linternas una pintura rupestre casi borrada y una segunda entrada exactamente igual a la que había dejado a nuestra espalda, solo que en la primera resplandecía la luz del día… Volvimos a encorvarnos para caminar a gatas en una alfombra de hojas secas, hasta Llegar a una segunda sala, redondeada como la primera, pero, mas pequeña sin humedad ni murciélagos, allí vimos tres entradas tan iguales como las que dejábamos tras nosotros y decidimos marcarla con un suéter y no confundirnos al salir, continuamos avanzando a gatas por la entrada a la derecha, y con gran Sorpresa encontramos culebras cazadoras de diferentes tamaños, pero, muy asustados no sabíamos diferenciar las cazadoras de las venenosas y sin pensar, corrimos hacia la entrada pretendiendo salir todos al mismo tiempo…
Luego de tanta confusión logramos estar fuera de la cueva… pero, siendo perseguidos por una tigra cazadora que buscaba mordernos mientras corríamos hacia un callejón de paredes tan altas y planas de lajas grises, que no nos permitía salir hacia ninguna parte… con gritos y movimientos de los brazos, logramos que la serpiente bajara por una corriente de agua que corría y olvidamos del tema, sin regresar hasta hoy que recurro a mis memorias para honrar a nuestros ancestros y aquellos que ya no están y con el ánimo de transmitir la información a otras generaciones. Esta leyenda se da a nivel mundial entre los campesinos, con la magia de mitos semejantes que adquieren características propias de cada región, siendo Chejendé, Municipio Candelaria un ejemplo, el Viejito del Encanto Torococo con los duendes, los Momoyes en Bocono y el estado Trujillo.
Por fin alguien Publica algo tan interesante y Olvidado de nuestra cultura andina. Muy buena!!
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